MARLEY
Y YO
¿De qué
trata?
John Grogan y Jennifer acaban de casarse.
Cuando su
nueva vida empieza a prosperar, llega a sus vidas un cachorro de labrador:
Marley. Sólo que en su apariencia linda, es en realidad un desastre. Las cosas
se complican cuando con el paso del tiempo, los hijos llegan y la familia tiene
que afrontar cambios y retos.
Chiro
comenta
Cuando se anuncia esta película, la mayoría
de
nosotros pudo pensar: “otra más al estilo perro-cómico-héroe”. Sin embargo, el
resultado fue distinto. Basada en la novela del mismo nombre, la película narra
de una manera un tanto divertida las travesuras de este perro. Sí, la primera
parte es algo cómica; sin embargo, conforme avanza, se convierte en un
melodrama, en donde no se hacen esperar las situaciones conmovedoras y se refleja
la realidad en la que muchos matrimonios viven: encontrar un nuevo hogar,
oportunidades de trabajo, consolidar una familia, los problemas económicos, los
desacuerdos, la imposibilidad de procrear…
Una
cosa es segura: los amantes de los animales (en especial de los perros),
quedarán encantados. Aunque no logra transmitir todo la gama emocional de la
novela y no permite conocer a profundidad a los personajes, sí consigue remover
sentimientos de tristeza, melancolía y alegría y combinarlas hasta arrancar un
suspiro o unas cuantas lágrimas al espectador.
En
medio de todo, conviene resaltar el discurso que Owen Wilson pronuncia en el
filme, en donde señala que a un perro no le importa como seamos, ricos, pobres,
altos, bajos… como sea, a un perro no le hace falta que le demos tanto, sólo le
entregamos nuestro corazón, y él nos dará el suyo.
Y
claro, quienes saben lo que es tener un perro desde cachorro hasta que la edad
lo alcanza y tiene que partir, se verán identificados con la historia. Pues,
como sea, un perro es más que una mascota, es un amigo, y a los amigos no se
les olvida tan fácil, en especial cuando nos han acompañado fielmente en
aquellos momentos de nuestra vida en los que hemos reído, llorado o celebrado. Esos que están
con nosotros pase
lo que pase y que no dan una cálida bienvenida a nuestro regreso, ya sea con un
abrazo, o con lengüetadas.